lunes, 12 de noviembre de 2007

EL DECANO LE DA LA BIENVENIDA A EL ALTAVOZ



Dr. ALVARO MENDOZA RAMIREZ
Decano Facultad de Derecho

Con motivo de la aparición del primer número de EL ALTAVOZ, quiero felicitar a sus promotores por un esfuerzo, no ciertamente fácil, para el cual auguro el mejor de los resultados. Igualmente, aprovechar esta oportunidad para expresar a todos los alumnos de la FACULTAD DE DERECHO mi más caluroso saludo y mi disposición de mantenerme siempre al alcance de nuestros alumnos, así sea de manera indirecta, con el fin de atender sus problemas e inquietudes.

Aún cuando, siendo conciente de las dificultades que apareja un empeño periodístico como éste que en buena hora emprenden los promotores y directores de EL ALTAVOZ, quise prevenirlos sobre estas complicaciones, no puedo, paralelamente, dejar de felicitar a quienes se han empeñado en sacar adelante este reto, con la firme decisión de superar los obstáculos, las incomprensiones y los problemas que han debido ya afrontar, sumados a aquellos que los esperan. Haber tenido la oportunidad de conocer a personas que toman decisiones audaces y que tienen la voluntad necesaria para llevarlas adelante, es para mí un timbre de satisfacción.

Los órganos de comunicación cumplen una importantísima tarea en cualquier comunidad, en cuanto sirven de canales para la expresión de las inquietudes de dicha comunidad y en cuanto representan un factor aglutinante entre tales miembros, un medio para crear espíritu de cuerpo en ellos. Esta tarea es particularmente importante en grupos sociales como los de nuestro país, muy marcados por esa impronta individualista que heredamos de los españoles, que nos hace poco propicios para vivir un espíritu social y para sentirnos copartícipes de la suerte de quienes nos acompañan en las diferentes circunstancias de nuestra vida.

Los alumnos de esta Universidad, conjuntamente con el cuerpo de profesores y los administrativos, formamos incuestionablemente una comunidad (“Universitas Magistrum et Scholarium”, como expresaban los antiguos) que, como tal, debe expresarse, identificarse, reconocerse y sentirse. Para esta finalidad es indispensable una tarea de comunicación interna y, dentro de ella, nada mejor que los órganos de expresión ya existentes y éste que se crea como un vocero del estamento estudiantil.

El ser humano es, por su propia naturaleza, eminentemente social: requiere del apoyo de los demás para su propio desarrollo de manera más exigente que el resto de las criaturas de la entera creación. De ahí que todo cuanto contribuya a desarrollar esa sociabilidad natural, como ocurre con el periódico EL ALTAVOZ, deba ser bienvenido.

La “nueva educación” y la comunidad del conocimiento


Javier Fernando Fonseca Alvarado
Director del Programa

Desde hace varios años el mundo occidental ha experimentado una exacerbada preocupación por la calidad en la educación, que se pretende responda a una especie de globalización del conocimiento, fomentada por la tecnología y por la borrosidad de las fronteras económicas y culturales. Los fenómenos políticos y económicos desarrollados en los últimos años han difundido, entre otras cosas, la cultura y la ciencia con pasmosa velocidad y fidelidad. El conocimiento, ahora más que nunca, dejó de ser un patrimonio de los eruditos y logró estar a la mano de todos los individuos con mediana ilustración; desde recetas de cocina y consejos para el hogar, hasta artículos científicos de la más encumbrada naturaleza, son fácilmente accesibles por Internet y gracias a la comunidad mundial del conocimiento.

En materia de educación superior los estados han tenido que adecuar sus normativas a estándares internacionales de calidad, a efecto de lograr integración académica y económica con el mundo, esencial en estos tiempos; es así como los países latinoamericanos trasmutaron un modelo de calidad educativa nacida en el seno de la Comunidad Europea y denominado Proyecto Tuning Europa, mediante su equivalente regional al que denominaron Proyecto Tuning Latinoamérica. Entre otras muchas características propias de ese modelo educativo y de calidad, en adelante PTL, pueden citarse: la pretensión de titulación de validez internacional, la enseñanza y la evaluación por competencias, la movilidad intrínseca y extrínseca de los planes de estudio de programas de educación superior y la enseñanza en créditos académicos.

Ahora bien, el PTL ha influenciado de manera directa la creación de las normas jurídicas nacionales que regulan el servicio de educación superior y ha homogenizado el discurso educativo nacional e internacional, mediante la incorporación de un neo lenguaje de indispensable dominio por parte de los docentes, estudiantes, administrativos o directivos de los programas de educación superior. Entre otras palabrejas de frecuente uso están: crédito académico, competencia, flexibilidad, tutoría, registro calificado, acreditación de calidad, etc. Todas ellas afectas a la nueva dinámica educativa.

El PTL ha desencadenado una ola de reformas a la educación nacional gestionada a través de una cierta forma de “intervencionismo de estado” logrado a través de las normas jurídicas que regentan la actividad educativa. Sea precisar que en mi concepto no todas las reformas estatales al modelo educativo resultan provechosas, en mi criterio, algunos aspectos desconocen en mayor o menor medida la autonomía universitaria, la disparidad de estudiantados (Europa - Latinoamérica), las posibilidades económicas de estudiantes e instituciones y la finalidad concreta de la educación en contextos locales.

No obstante las glosas que puedan hacerse al modelo PTL, también hay que reconocer que esta “nueva educación” tiene sus ventajas; en primer lugar pretende impulsar la investigación universitaria como motor del desarrollo científico y consecuentemente de un mejor futuro nuestros países en vías de desarrollo, en segundo lugar la existencia de condiciones mínimas para prestar servicios educativos que garanticen, de alguna manera, igualdad de oportunidades frente al universo del conocimiento y al mercado laboral, y por último, una marcada tendencia al aseguramiento de la calidad para un desarrollo constante de la educación.

La “nueva educación” pretende que el estudiante se convierta en el arquitecto de su propio conocimiento; le da libertad al educando para abordar y perfilar el saber desde su proyecto de vida y le permite ser el protagonista del proceso de su aprendizaje. Estas libertades se concretan, entre otras, en la posibilidad de profundizar las materias de su interés mediante el curso de asignaturas electivas y la participación en líneas de investigación, en la facilidad de abordar el plan de estudios en distintos órdenes, tiempos y niveles, en la capacidad de desarrollar distintas metodologías de clase y trabajos individuales de manera independiente y sobretodo en la tendencia a, aprender a ser y a hacer.

Nótese que toda libertad acarrea necesariamente una responsabilidad, en nuestro caso el de comprometernos con el conocimiento, responsable y maduramente buscando obtener el mayor provecho en nuestro proceso de formación. Así, es indispensable pensar responsablemente en qué asignaturas inscribir en cada semestre, su orden y grado de dificultad; en qué se desea profundizar, por qué y para qué; en adelantar todos los trabajos independientes suficientemente; en entrenarse para resolver problemas reales y no exámenes, y en aprender a armonizar el conocimiento con nuestro proyecto de vida y con nuestros conocimientos anteriores. Así las cosas, la “nueva educación” demanda, un proceso de adecuación cultural profundo, más relativo a los estudiantes que a las mismas instituciones y profesores, que nos permita ser individuos de la comunidad universal del conocimiento y que nos procure una voz audible en ese contexto globalizado.

No obstante las libertades metodológicas de la “nueva educación”, no puede olvidarse la formación en valores; los estudiantes no sólo merecen atesorar conocimientos y desarrollar habilidades investigativas, más importante tal vez resulta que tengan la preparación y autoridad para enfrentarse a la rampante mediocridad, a la generalizada deshonestidad, a la patológica falta de compromiso, al contemporáneo individualismo, al masificado conformismo y a la nunca ausente desilusión.

Nos enfrentamos a un nuevo concepto de comunidad del conocimiento, una comunidad globalizada y relativamente estandarizada a la que puede accederse eficazmente por medio de la “nueva educación”; situación distinta a la de las décadas precedentes, en las cuales el discurso científico se resguardaba en el ámbito universitario, se procuraba una conservación del mismo mediante la educación tradicional y en la que el conocimiento era algo transmisible, irrefutable e inconstruible. Es hora de ejercer la libertad académica creativa y responsablemente para mostrar lo que tenemos que ofrecer a nombre de esta casa de estudios.

Hoy la Facultad recibe con interés el “Altavoz”, medio de comunicación y de difusión a cargo de los estudiantes, que en una muestra de madurez y responsabilidad se han empeñado en procurar ambientes afectos al progreso de nuestra colectividad. Espero que este importante medio no sólo sirva para difundir ideas individuales e informaciones, sino de paso, para promover los valores y sentimientos de unidad, pertenencia, compromiso y autorregulación, indispensables para crecer como comunidad del conocimiento.


Buena Suerte.